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Depresión y factores ambientales

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De todos los factores psicosociales posibles, el estrés y el trauma psicológico son los más conocidos. Tanto el trauma agudo o los factores de estrés crónico, como la exposición
al trauma infantil, aumentan el riesgo de desarrollar depresión y de provocar alteraciones del estado de
, por su impacto sobre el sistema inmunitario y el sistema nervioso central.
El estrés psicosocial puede activar la producción de citoquinas pro-inflamatorias, tales como el factor de necrosis tumoral alfa y la interleucina-1, y disminuir los niveles de citoquinas anti-inflamatorias como la interleucina-10. Esto se ha
en relación con el estrés agudo o crónico, tanto en animales como en humanos. Las citoquinas pro-inflamatorias causan depresión y ansiedad, lo cual puede explicar por qué los influjos psicosociales y los traumas agudos pueden
trastornos del estado de ánimo en personas vulnerables, por ejemplo, las que tienen polimorfismos de genes inmunes, bajos niveles de peptidasas o una mayor carga inflamatoria.
La evidencia de los modelos animales ha
durante mucho tiempo que la exposición temprana a un trauma en la infancia puede aumentar el riesgo de un mal funcionamiento futuro de los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino. Estos hallazgos han
corroborados posteriormente en humanos. Los estudios que exploran la influencia del estrés
otras enfermedades inflamatorias, tales como el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares, han demostrado consistentemente tendencias similares. Todos estos resultados sugieren que el estrés que se produce en edades tempranas puede ejercer efectos
durante largos períodos de tiempo, provocando un aumento de la susceptibilidad a desarrollar enfermedades somáticas y psiquiátricas, y una potencial baja respuesta a los tratamientos. No obstante, este modelo no explica completamente la vulnerabilidad a
enfermedades inflamatorias, sino que el empleo en la edad adulta de las respuestas aprendidas de mala adaptación al estrés parece desempeñar un papel fundamental. Por ejemplo, hay pruebas de que la personalidad y la forma
que una persona responde a los estresores psicosociales, tales como la tensión laboral o el estrés ante un examen, pueden
a desarrollar procesos inflamatorios.
Comprender y modificar los factores de riesgo relacionados con el estrés y el estilo de vida
un paso importante en la prevención de las enfermedades inflamatorias, tales como la depresión.
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   

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