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Derivación de palabras - El origen de los balnearios

Transforma adecuadamente las palabras entre paréntesis

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Antiguas civilizaciones como la egipcia, la griega y la romana ya valoraban las propiedades
(TERAPIA) y relajantes de las aguas termales. En el caso particular de la antigua Roma, los baños públicos, conocidos como «thermae» o «balnea», se convirtieron en auténticos centros sociales, pues los ciudadanos romanos frecuentaban estos complejos no solo por motivos de
(HIGIÉNICO) personal, sino también para disfrutar de actividades
(RECREACIÓN), discutir sobre asuntos políticos y participar en la vida intelectual de la época. Las termas romanas, equipadas con sofisticados sistemas de calefacción y canalización, fueron testimonio de la importancia que esta civilización otorgaba al cuidado del cuerpo y la mente.

Durante la Edad Media, la popularidad de los balnearios disminuyó significativamente debido al cambio de mentalidad asociado con el cristianismo, que veía con recelo el hábito del baño y la
(DESNUDO) pública. Sin embargo, el Renacimiento trajo consigo un resurgimiento del interés por las prácticas de la antigüedad clásica, incluyendo el uso medicinal de las aguas minerales. En este periodo, se redescubrieron las propiedades curativas de los manantiales naturales y muchos balnearios que habían caído en
(USAR) fueron restaurados y modernizados. La nobleza y la burguesía europeas comenzaron a frecuentar estos lugares en busca de salud y bienestar.

El auge definitivo de los balnearios tuvo lugar en el siglo XIX, en plena época victoriana, cuando las innovaciones científicas y médicas de la Revolución Industrial promovieron un enfoque más sistemático y
(RIGOR) hacia los tratamientos termales. Los avances en la química y la medicina permitieron una mejor comprensión de los efectos
(BENEFICIO) de los minerales presentes en las aguas termales. Este periodo también fue testigo de la construcción de numerosos
(ESTABLECER) de lujo que ofrecían a los visitantes no solo tratamientos corporales, sino también actividades propias de la alta sociedad. Ciudades como Bath en Inglaterra, Vichy en Francia y Baden-Baden en Alemania se convirtieron en epicentros del turismo de salud, consolidando la tradición de los balnearios como lugares de curación y descanso.

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