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La poética de Juan Ramón Jiménez es inseparable de su concepto de «poesía pura», una idea que persiguió con fervor. Rechazando lo superfluo y lo anecdótico, Jiménez aspiraba a captar la esencia de las cosas, buscando una trascendencia alejada de lo mundano.
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En cuanto a su vida personal, esta no se puede entender sin su esposa, Zenobia Camprubí, que no solo fue una compañera inseparable, sino también una colaboradora clave en la traducción y difusión de su obra.
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A La obra del onubense atravesó varias etapas definitorias que reflejan no solo su evolución personal, sino también los cambios paradigmáticos en la literatura de su tiempo.
B Esta transición llega a su punto álgido con su obra capital, «Platero y yo» (1914), un texto teñido de un tono introspectivo y delicado.
C La pareja, que se había conocido en 1913, contrajo matrimonio el 2 de marzo de 1916 en Nueva York.
D Esta búsqueda lo llevó a experimentar con el lenguaje, depurando cada palabra hasta alcanzar una precisión casi musical.
E En 1956, el reconocimiento a su trayectoria culminó con la concesión del Nobel de Literatura.
F Esta predisposición, que encontró terreno fértil en la atmósfera bucólica de su infancia, comenzó a germinar en sus primeras obras, caracterizadas por un modernismo impregnado de matices melancólicos y un lirismo envolvente.
G El matrimonio se apoyó mutuamente, en especial durante los años de exilio en Cuba y Puerto Rico, tras la guerra civil española.
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