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La ciudad de Buenos Aires evolucionó a partir de diversas corrientes inmigratorias pertenecientes a diferentes culturas y, en consecuencia, han creado un remarcado eclecticismo que se
en su arquitectura, en la cual pueden hallarse expresiones que van del frío academicismo francés o el art decó, hasta el alegre art nouveau; del neogótico moderno,
por el francés borbónico, al rascacielos moderno realizado en vidrio u hormigón. También estilos muy peculiares, como por ejemplo el del colorido barrio italiano de La Boca, además de edificaciones de la época colonial o neocolonial.
La ciudad se encuentra sobre un buen
geográfico: su territorio es extenso y
y raramente sufre complicaciones de temperaturas extremas, vientos, nevadas (tres por siglo), o terremotos (baja sismicidad). Posee una muy buena fuente de agua dulce, como es el Río de La Plata.
El trazado de la ciudad es muy regular. Su centro histórico y financiero posee manzanas perfectamente
, extendidas de norte a sur y de este a oeste, tal como su fundador Garay las estableciera. Este trazado de calles perpendiculares (el llamado "damero") se extendió en gran parte hacia el resto de la ciudad. Buenos Aires tiene 2113 calles (entre avenidas, calles y pasajes).
Durante el período rivadaviano (1821-1828) arribaron a estas playas arquitectos, ingenieros y técnicos venidos de Gran Bretaña, Italia y Francia, quienes trajeron una arquitectura que reflejaba lo que
en sus países de origen. Había sin duda en la dirigencia porteña una voluntad de cambio, de ruptura cultural, con
carácter antihispano. En 1880 aparecieron las alteraciones de la traza urbana. En Buenos Aires, en 1894, la Avenida de Mayo planeó un eje al que se calificó de "parisino". Hacia 1920, comenzó la
de las dos avenidas diagonales a partir de la Plaza de Mayo, completando con la avenida anterior el esquema de 'patte d’oie' que remitía a los trazados urbanos franceses del siglo XVII. Las plazas se ajardinaron con diseños igualmente tomados del
galo, incorporando fuentes, luminarias y monumentos a los prohombres de la patria, consagrados de acuerdo con las enseñanzas de lo que se llamó la "historia oficial". En la capital y las ciudades del interior se crearon parques de diseño europeo, importándose especies vegetales, muchas veces exóticas.
La metrópolis es fértil en áreas de calidad urbanística y arquitectónica. Posee plazas públicas entre las que se destacan los parques: Parque Tres de Febrero (Bosques de Palermo), el Almirante Brown y los de la ex Costanera Sur (Andrés Borthagaray y Manuel Ludueña). Buenos Aires
con un total de 640 plazas y plazoletas.
Una característica especial es la diversidad de árboles y de colores de las flores. En gran parte, esto es consecuencia de la tarea de Carlos Thays, paisajista francés, creador, entre otras cosas, del Jardín Botánico de Buenos Aires, que implantó árboles como las tipas, los jacarandás y los lapachos, siguiendo los criterios de las variantes geométricas y pintorescas que Francia había adoptado desde el siglo XVII para los espacios verdes. Pese a todo, la cantidad de zonas verdes públicas es insuficiente, pues no
los estándares mínimos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Otra característica destacada son los coronamientos en cúpulas, torres y mansardas que poseen los edificios. En principio, fueron el resultado de la influencia europea en la arquitectura porteña, sobre todo por el trabajo realizado por arquitectos franceses, italianos y alemanes, que diseñaron los edificios entre fines del siglo XIX y principios del XX, como un reemplazo a la arquitectura colonial. Al principio era un elemento arquitectónico simbólico, pero luego se vieron como símbolo de la
de la burguesía argentina que detentaba el poder nacional. Tal vez lo que más destaca de las mismas es la variedad: las hay con forma de media naranja, de piña, acebolladas y otras.
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