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Uso de la lengua - Picasso, periodo surrealista

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Desde su matrimonio con Olga Khokhlova en 1918 y el nacimiento de su primer hijo en 1921, Picasso disfrutaba de una vida familiar feliz, al tiempo que llevaba una más que activa vida social,
con la aristocracia y la intelectualidad parisina. La crítica de vanguardia alababa sus logros artísticos, aunque se centraba en los aspectos formales, ignorando así los elementos intuitivos y psicológicos de su obra. Aceptado por la sociedad y la crítica, Picasso estaba considerado como una parte de la tradición francesa que
por encima de las travesuras de la nueva generación de dadaístas antiburgueses, que empezaban a ser
por el grupo de los surrealistas.

En 1925 pintó, para el cuarto cumpleaños de su hijo, 'Paul vestido de pierrot' (Museo Picasso, París), en un estilo naturalista similar al retrato de arlequín que había pintado el año anterior. El mismo año creó 'La danza' (Tate Modern, Londres). Se trata de un momento crucial en el desarrollo de Picasso, tras un periodo en el que había estado trabajando tanto una forma decorativa del cubismo sintético como un estilo figurativo neoclasicista. 'La danza' está en deuda con ambos estilos, pero su importancia
en que marca una ruptura con una fase serena y clásica y el inicio de un nuevo periodo de violencia emocional y
expresionista.

'La danza' constituyó el inicio del periodo surrealista de Picasso, que abarca aproximadamente de 1925 a 1935. Antítesis de sus dibujos clásicos sobre la danza, el carácter expresionista del cuadro simbolizaba la creciente
de Picasso hacia Olga y las mujeres en general; herido por la muerte de su amigo Ramón Pichot, creía que su mujer Germaine había destruido a su compañero como Olga lo
a él. Al dolor por la muerte de Pichot se une la del músico Erik Satie.​ En verano pintó 'El beso' (Museo Picasso, París), de un espíritu más agresivo aún que 'La danza'. El motivo de las cabezas superpuestas, que aparece en la figura de la mujer y no en la escultura, encontraría continuidad en su obra posterior.​ Las cualidades irracionales de esta serie de obras, así como las de las primeras obras cubistas, eran las que Breton encontraba análogas a la teoría del automatismo,
por los artistas surrealistas.

André Breton, principal teórico del surrealismo, fue un gran admirador del arte de Picasso, al que consideró como un exponente del movimiento,
que nunca se uniera oficialmente al mismo. En el ensayo «El surrealismo y la pintura», publicado en julio de 1925 en el número 4 de La Révolution Surréaliste, Breton declaraba a Picasso como modelo de pintor y lo
como surrealista, al tiempo que señalaba la imposibilidad de aplicar una etiqueta que
su trabajo: «La etiqueta "cubista" ha cometido mucho ese error». En noviembre se produjo la «Exposition: La Peinture Surréaliste», en la Galerie Pierre de París, en la que se expusieron dos de las pinturas del primer cubismo de Picasso, así como obras de Hans Arp, Giorgio de Chirico, Max Ernst, Paul Klee, André Masson, Joan Miró, Man Ray y Pierre Roy; Breton y Robert Desnos escribieron el prefacio del catálogo. La
de la exposición de Maurice Raynal en L'intransigeant decía: «¡El "padre del cubismo" se ha convertido en el hijo adoptivo de los surrealistas!».
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   
   

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