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Miguel de Unamuno - Resumen de su vida y obra

Material para aprender español  •  En Literatura

Miguel de Unamuno y Jugo fue uno de los escritores y pensadores más influyentes de la España del siglo XX, además de ser uno de los miembros más destacados de la generación del 98.


Unamuno nació en Bilbao, País Vasco, en 1864, en el seno de una familia de clase media-alta. En septiembre de 1880 se trasladó a Madrid, donde estudió Filosofía y Letras. Se licenció tres años más tarde y en 1884 se doctoró con honores por su tesis sobre el origen del pueblo vasco. Después de algunos años como profesor de latín, obtuvo una cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, donde pasó gran parte de su vida profesional y donde ejerció el cargo de rector en varias ocasiones.


Tanto su obra, amplia y variada, como su labor docente, hicieron de Unamuno una figura destacada en el panorama intelectual español de su época. Su obra literaria abarca diversos géneros, entre los que se encuentran la novela, la poesía, el teatro y el ensayo. Algunas de sus obras más destacadas son Del sentimiento trágico de la vida (1913), Niebla (1914), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1930). En todas ellas se observa una preocupación por temas existenciales como la fe, la inmortalidad, la duda o la búsqueda de sentido.


Su compromiso con la libertad de pensamiento lo llevó a enfrentarse a distintas autoridades a lo largo de su vida. Durante la dictadura de Primo de Rivera fue destituido de su cargo y desterrado, siendo confinado a la isla de Fuerteventura, donde estuvo entre febrero y julio de 1924. Aunque ese mismo año fue indultado, se mudó voluntariamente a Francia, país en el que permaneció hasta 1930, año de la caída del régimen de Primo de Rivera. Unamuno regresó finalmente a Salamanca, donde tuvo un recibimiento apoteósico. Falleció en esta misma ciudad el 31 de diciembre de 1936, a solo cinco meses del estallido de la guerra civil española.


A continuación, mostramos unas líneas de San Manuel Bueno, mártir, novela en la que Unamuno hace un profundo análisis de la fe y de una de sus mayores inquietudes existenciales: el concepto de inmortalidad.


De nuestro don Manuel me acuerdo como si fuese de cosa de ayer, siendo yo niña, a mis diez años, antes que me llevaran al colegio de religiosas de la ciudad catedralicia de Renada. Tendría él, nuestro santo, entonces unos treinta y siete años. Era alto, delgado, erguido, llevaba la cabeza como nuestra Peña del Buitre lleva su cresta, y había en sus ojos toda la hondura azul de nuestro lago. Se llevaba las miradas de todos, y tras ellas los corazones, y él, al mirarnos, parecía, traspasando la carne como un cristal, mirarnos al corazón. Todos le queríamos, pero sobre todo los niños.