El español es una lengua romance procedente del latín, al igual que el portugués, el italiano, el francés, el rumano, el catalán, el gallego y el romanche.
España formó parte del Imperio Romano entre el 218 a. C y principios del siglo V. Hispania, llamada así por los romanos, era una parte fundamental del Imperio debido a su riqueza en cuanto a recursos materiales y humanos. Un factor clave de la romanización, es decir de la asimilación de la cultura romana en las zonas conquistadas, fue el uso del latín (la lengua del Imperio) por parte de los hablantes de la Península Ibérica. No se trató de un proceso forzado, pues los habitantes de la Hispania romana vieron más ventajas que inconvenientes en el uso de una lengua común. Esto hizo que quedaran atrás las lenguas prerromanas, con una notable excepción: el euskera o vasco, idioma cuyos hablantes nunca dejaron de usar.
El español o castellano procede concretamente del latín vulgar, es decir, la variante oral del latín, alejada del latín clásico y más propia de la vida cotidiana en la calle y en las casas. Pese a su solidez y a su carácter unitario, el latín comenzó a fragmentarse ya desde el siglo II y para el siglo V (fecha en la que se produce la caída del Imperio Romano) ya se puede hablar del llamado "romance castellano". Esta lengua, originaria de Castilla, era una de las diferentes deformaciones del latín y se extendió por toda la Península a lo largo de la Edad Media.
Si queremos hablar de un español "estándar", basado en el referido dialecto castellano, debemos remontarnos al año 1200 aproximadamente. Fernando III, padre de Alfonso X, ya había sentado las bases para la oficialización del castellano como lengua del reino de Castilla. Fue este rey quien se preocupó de que empezaran a escribirse textos en castellano y no solo en latín, que hasta entonces había sido la lengua predominante en la escritura. Una gran parte de la población no dominaba el latín, pues como hemos dicho, este idioma había evolucionado hacia la versión castellana en todos los aspectos de la vida diaria de la gente.
Alfonso X, conocido como el Sabio, desarrolló en gran medida el camino iniciado por su padre. Con él la Escuela de Traductores de Toledo, fundada en el siglo XII, llegó a su máximo apogeo. En ella un buen número de eruditos tradujo importantes obras del latín, del griego y del árabe fundamentalmente, pero además se escribieron obras originales en castellano. Es en este contexto histórico en el que Alfonso X aboga por que el castellano sea la lengua oficial, incluso también para la creación de textos cultos.
Posteriormente, una fecha clave en la historia de España y del español fue el año 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos. Con estos monarcas culminó el proceso de la Reconquista, de forma que los musulmanes, que habían conquistado gran parte de la península a partir del siglo VIII, pierden su dominio. Aquí es necesario mencionar la lógica influencia de la lengua árabe en el castellano tras siglos de dominación (hoy en día existen unas 4000 palabras de origen árabe en el español).
Volviendo a los Reyes Católicos y al año 1492 (fecha también del descubrimiento de América), es justo entonces cuando Antonio de Nebrija publica la primera gramática del castellano (Grammatica). Así pues, con Isabel y Fernando, que habían adoptado el castellano como lengua oficial de su reino, este idioma se fue extendiendo por la península al tiempo que se iban recuperando los territorios conquistados por los árabes.